22 marzo 2005

Rusell (y 4)

Y yo, que no acertaba a encajar esa última frase, me pedí una caña para acompañar a la tortilla. Ella titubeó, no sabía si pedirse un té de rosas o una infusión de manzana.

−¿Y para comer?
−Mejor nada… O bueno, sí, quiero una de estas rodajas de tomate con huevo cocido.
−Pero si no te gusta −me arrepentí en ese mismo momento de haber abierto la boca−... el tomate.
−Oh bueno, eso era antes −¿antes de qué, de volverte gilipollas? −. Javi y yo somos vegetarianos. Bueno, yo soy ovolácteovegetariana. El, en cambio, también come pescado, pero carne… −siguió con su frase mientras yo ahogaba una risita maliciosa en la garganta. Que no come carne el chaval, lo que no hace es dejar las sobras en el plato, guapa−. ¿Y tú?
−No, yo como de todo −¿Yo, qué? ¿Qué me había preguntado?
−¡Qué payasa que eres, todavía! Pues deberías. Chica, que ya no somos unas crías. Va siendo hora de estabilizarnos. Que luego pasa lo que pasa…

Quise cambiar de tema, pero no era posible. Marisa no paraba de hablar de Javi y su boda. Ya la habían organizado. Lo tenían “todo pensado, hasta donde colocar a los proscritos de las familias”. Realmente, me di cuenta de que no escuchaba. No sé cuántas veces repitió su nombre. Que si Javi esto, que si Javi lo otro, que si Javi quiere, que si Javi no quiere…

−¿Y tú? ¿Qué quieres?
−¿Qué? −me miró alucinada, como si tener voluntad fuera delito, como si le preguntara si había sido ella la asesina de Kennedy y de Palmer. Luego sonrió, agitando la mano de forma despectiva−. A mí me da igual. Javi dice que…

Sentía cómo mi boca ardía. Y, peor aún, sentía que no iba a poder reprimirme. Que, de un momento a otro, lo iba a vomitar todo. En la mesa. Sobre su cursi té de rosas, “con sacarina, por favor”...

−¿Y qué tal follas?
−¿Cómo?
−Que si follas con Javi. Perdón que si Javi te folla. Supongo que lo vuestro es lo tradicional.
−Blanca…
−Aunque a él le va más el rollo experimental, el tantra y esto. Por lo menos, con mi amiga Lucía. Con el resto, no lo sé… ¿Lo sabías, no?
−…
−No me mires así, lo deberías saber…

Pero no lo hice. Simplemente le cogí la mano, acaricié su callo de Rusell y le deseé buena suerte. No sin antes sentir pena de que, además, hubiese recuperado su tormentosa adicción a vomitar para entrar en su maravilloso y carísimo vestido de novia. Eso sí, Carmen estará orgullosísima de su hija. Por una vez.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

esta muy chulo!!!!! lo mejor de este capitulo ha sido el dialogo del tantra y el rollo experimental. jajaja. un puntazo.
espero la siguiente historia.

Munchausen dijo...

Bonito blog. He disfrutado con la historia (¿ha terminado?). Eres mi nuevo enlace selecto. The Flaming Lips rule!

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, además tiene un aroma muy bilbaíno. Coincido con Mills en que la parte del tantra ha estado muy bien. Aunque la palabra del relato es "ovolácteovegetariana". En cuanto pueda la uso, tiene gancho.

mc clellan dijo...

Holas… Bueno, muchas gracias, ratonov. Es todo un honor. Tú también has pasado a mis caminos secretos, con ‘In the morning of the magicians’ de fondo, claro está. Otis, tan preciso como siempre ¿eh? La palabreja te la dedico. Y a ti, Mills, ya te dije que iba a sorprender: al estilo Orbaneja del Castillo. Musutxus y hasta el próximo viaje.

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