04 abril 2005

La uve de tu cuello

Y yo que escudriñaba por la ventana
cuándo ella doblaba la esquina
para escapar de la cama
y dormirme en tus sonrisas.

(A mi maestro, que me dejó un agujero de herencia. Que donde estés puedan llegarte mis besos)


El primer recuerdo de Diego fue el cuello de su madre. Por lo menos, fue el primero del que es totalmente consciente. Nadie le habló nunca de él, ni le indicó el estado de su geografía, ni le describió su olor. Pero sabría dar cuenta de ellos y de sus cambios a lo largo del tiempo con exactitud científica. Desde que lo vio por primera vez hasta la última ocasión en que hundió su cara. Sin embargo, hoy no lo reconocía en ese color cerúleo que apreciaba.

Probablemente, nadie repararía en ello. Excepto él, claro. Cómo no fijarse si era su recuerdo más antiguo, la primera imagen que fue capaz de memorizar con seguridad, sin injerencias, cuando sólo tenía tres años. Hoy, el cuello de su madre no hacía honor del resto de su aspecto de mujer madura, elegante y coqueta, vestida de azul y blanco, sus colores predilectos. Y los mismos que hicieron que Diego la definiese, con diez años y en una redacción para el colegio, como “un trozo del cielo de mayo, donde el pelo rubio son los rayos de sol”. Un texto que descansaba veintitrés años después en la caja de latón que su madre tenía sobre la cómoda.

En aquella tierna descripción infantil, hecha por orden del ser supremo, o sea, la maestra, Diego también hablaba del cuello. “La letra preferida de mi madre es la uve porque la lleva escrita en el cuello. Si gira la cabeza, uno de los lados de esa uve se pone tirante y parece que vaya a salirse. A mí me parece que lo que tiene mi madre en la garganta es una cuerda atada con tres chinchetas. A veces, cuando se mueve, tengo miedo de que alguna salte y se rompa el dibujo”.
(to be continued)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"color cerúleo"...otro diamante que me guardo en mi bolsa
un beso, guapa

Anónimo dijo...

Uve cn rabito, la uve del cuello... sigue sacando ese partido al abecedario niña...

besitos

Munchausen dijo...

Blogger se ha vuelto loco y no deja postear. ¡Moriremos todos! ¡UAAAAAHHHH...!

Cómo recuerdo esas redacciones en el colegio. Casi siempre temas banales; y si le echabas un poco de fantasía, los profesores empezaban a preguntarte si tenías problemas en casa.

Munchausen dijo...
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Anónimo dijo...

Sin duda, una descripción sublime. Como pocas había leído. Me ha hecho recordar una vez que tuve faringitis, mi abuela confundió la nuez de mi cuello con una cuchara de cristal. Tenía alzheimer y, sin embargo, esculpió una metáfora pura y perfecta.
Lo del cerúleo me ha superado, como a Mills. Por casualidad, ¿no estarás en nómina de la RAE?
Zembado, aún no has visto nada. Espera que empiece con el resto de las letras.
Ratonov, Blogger es la ruina. Yo he decidido probar suerte con Bitácoras.
Mclellan, espero que la segunda parte sea tan buena como la primera.
Bicos

Burma dijo...

llego me siento, y te paladeo.. volveré a por la segunda dosis..

nadie describe como un niño.. y tú moldeas en el barro de tus palabras las percepciones simples, puras y plenas de una mirada infantil... envidio tu capacidad de regresión..

gabon neska

mc clellan dijo...
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mc clellan dijo...

Eskerrik asko, burma. Tus pies han abierto senda en mis atajos. Todo un placer. Musus.

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