29 diciembre 2005

Con sabor a fresa

Un día me toparé con ellas. Lo sé. Un día, al ir por la calle, me daré de bruces con una. Y entonces lo sabré. Ese día me daré cuenta de todo. Se acabarán las preguntas sin respuesta. Se acabarán los por qué. Un día diré ‘lo entiendo’. Ya sé lo que tienen.

No es el cuerpo. Ni el perfume. Ni siquiera son sus manos. No es que miren de una forma u otra. Ni que besen con los ojos abiertos. Las mujeres fatal lo son porque lo son. Porque el día que tropiezas con ellas, caes al suelo y te enganchas a sus tacones. Te arrastran por todos los charcos y tú te crees que no es así.

Tú piensas que estás de pie, que quien ha caído es ella. Que le das la mano y te mira a los ojos. Que te escribe su teléfono en el dorso. Que no se va. Y el que se queda eres tú. Tirado junto a un colilla. Entre el periódico de ayer y un caramelo con sabor a fresa.

2 comentarios:

mc clellan dijo...

Mmmmmm... Los de café tampoco están mal... Nada mal.

Anónimo dijo...

Me ha encantado. ¿Algún consejo para ser mujer fatal? Aunque supongo que se nace con ello.

Besos, Sandra

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