09 mayo 2006

Mírate las manos

Dejó que sus dedos se deslizaran lentamente. Patinaron por los labios que tantas veces había dibujado hasta llegar a la barbilla. Se dejaron caer por el precipicio y el reloj echó a andar de nuevo. Hubo ruido: de coches, de gente, del aire. Y hubo luz: de los semáforos, de los bares, del sol. Devoraron las palabras con fruición. Ya se lo habían dicho todo. Sonó el móvil y se marcharon... con las cicatrices del otro grabadas en las manos.

8 comentarios:

Sansara dijo...

Para qué desperdiciar más líneas pudiendo contarlo todo en un sólo párrafo.

Muy gráfico.

mc clellan dijo...

Si es barro, tal vez te hayas arrancado la costilla para Eva. Y si están amarillas, ¡deja el tabaco!

Gonzalo dijo...

Malditos taxis. Siempre ahí, sólo cuando son necesarios pero no imprescidibles.

ayn dijo...

...heridas que no guardan olvido en sus puntadas, supuran imágenes a cada movimiento en falso, rechazan el yodo de otros labios porque buscan la saliva de los suyos; que tanto los había comido, que se hizo vegetariano (ahora come las flores que le compra todos los días).

Elena -sin h- dijo...

Puede incluso que haya bellas cicatrices...

alZhu dijo...

Y de algunos sólo guardamos cicatrices...

Gato negro dijo...

Me miro las manos y veo pequeños juegos, rotos cristales que estallaron la otra noche, y el reflejo de mis ojos que piden moverse lentamente en tejados negros de ciudades-lobo.

GATO NEGRO

Anónimo dijo...
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