A veces, se ponía aquella banda sonora para comprobar que aún le entraban ganas de montar en bicicleta. A veces, también, cerraba los ojos y creía sentir el viento del acantilado enredándole el cabello y erizándole la piel. A veces, incluso, bajaba el sombrero de paja del altillo del armario, se ponía frente al espejo y lo estrechaba entre sus brazos. Y a veces, pero muy pocas veces, se echaba la colonia de entonces, con la que se envolvía cada mañana y cada noche y que aún compraba y escondía entre sus prendas.
No había vuelto allí desde el último verano en que fue con su familia. Ellos siguieron yendo, pero ella cambió las vacaciones en la playa por la biblioteca municipal, las copas en bares casi vacíos y los polvos en la cama de sus padres. Después de aquel septiembre en que se despidió de César con un beso en los labios, todo había cambiado. Al principio, no se dio cuenta. Luego, fue consciente y se avergonzó. Hasta que, al final, aprendió a vivir con ello y a explotarlo.
Aquel tiempo la convirtió en adulta. Le abrió los ojos. La hizo consciente. Rompió esa frágil barrera entre saber y no lo que hay detrás de la puerta. Y aunque luego quiso cerrarla, ya no pudo. Bueno, sí, echó la cancela. Pero la memoria está para algo y los recuerdos, aunque creamos que son fáciles, no es cierto. Son como una fuga de agua, nunca sabes ni cuando, ni por dónde saldrá. A ella, por ejemplo, le dio por poner esta canción y que le entraran ganas de montar en bicicleta. Mientras la BH verde botella se pudría, apoyada en la pared del jardincillo del chalet que ya ni siquiera estaba en alquiler.
11 comentarios:
precioso blog
Recuerdo que tuve un 'walkman' rojo, grande como un libro de obras completas y una bicicleta Torrot ("torrota por delante, torrota por detrás", decíamos en el pueblo; como "BH, cada bache un parche") a la que lo había amarrado con cinta aislante con tan poco ingenio que no había manera de cambiar la cinta de Madonna que tenía dentro. Y así me pasé un verano infantil, pedaleando y bailando por carrteras locales zamoranas. Hará casi veinte años de ello y pensaba que no iba a recoradarlo nunca. Gracias.
A ella, por ejemplo, le dio por poner esta canción y que le entraran ganas de montar en bicicleta
Qué gran frase. Qué manera de venir de repente una imagen a la cabeza simplemente por un olor, por un color, por un sonido, por lo que sea y de repente, paf. El fotograma impreso entre las cejas.
Es bonito, a pesar de todo, recordar. Aunque sea con tristeza.
"Al fin el otro día pudimos ir
cogimos nuestras bicis
éramos mil pedaleando..."
(la buena vida-en bicicleta)
¡Saludos!
Cuando era pequeño andaba haciendo cabriolas todo el día con la bicicleta. Que si saltito para aquí y saltito para allá... En la pandilla nos marcábamos diferentes retos cada día para ver quién se atrevía a seguir a los más arriesgados. Un día salté un terraplén y rompí la bicicleta en dos. Fue uno de los disgustos más grandes de mi vida porque sabía que caía lejos cualquier fecha susceptible de que me regalaran otra. Ese mismo fin de semana me llevaron mis padres a la tienda para que escogiera una nueva. Eso sí, algo más resistente. Aquella fue una de las mejores sensaciones que hay en la vida. ¿Serán capaces de recordar con tanta fuerza los niños de hoy en día este tipo de cosas? Me imagino la conversación: Una vez se me rompió la pantalla de la ps2 y tardaron un mes en arreglármela. O algo así.
Un saludo
Me gusto esta remenbranza.
Un abrazo de este poeta residente en Madrid.
vaya yo hace años conocí a una chica ke se llamaba Erika , ella era del mismo Bilbao , cantaba esa canción de Extremoduro ....."So Payaso". Tb citaba alguna de las frases de Ernest0 por aquel entonces..
Al leer algunos de tus textos me ha hecho recordar . ayyy ezer ez da betiko,ez?.
txau Zaragozatik ,muxu handi bat!
Me gusta tu blog, es curioso, la verdad que he llegado la tuyo de autentico rebote.. un saludo
Mmmm... ¡Cuánta visita! Gracias
Yo tenía un BH roja... aún la guardo en el garaje con las telarañas de esos besos que te encadenan la inocencia entre los barrotes. A veces también la miro y pienso que fue de mi entonces...
Yo tuve otra BH roja agranatada. Heredada. Creo que pasó por tres pares de manos ante que las mías... Tenía un montón de rallones, pero con ella anduve tantos kilómetros... Después, la heredó mi vecino y ahora no sé dónde estará. Pobriña. A mí, en cambio, me compraron otra BH, de color rojo vivo, pero no fue lo mismo. Me daba la sensación de que traicionaba a la primera... ¡Qué cosas!
Publicar un comentario