22 octubre 2006

Trampas

Y de fondo: 'Tantas cosas'


Sigo aquí. En la sombra, aunque tú no lo creas. Aunque te parezca que haya pasado demasiado tiempo y que ya no tiene sentido. Pero es que no es necesario que lo tenga. Hoy me sorprendí sonriendo mientras me acordaba de ti. Y no me costó reconocerlo ni desempolvar la historia. No me costó quitarle las cenizas del libro que prendí aquel febrero. El mismo que no tuve valor para ver arder.

Y lo conté. Sin necesidad de susurrar ni de parar en medio del relato. No me detuve en los detalles ni en los reproches. Lo conté como una historia que no me pasó, como la película que vi ayer en el cine. Y a la vez reconocí lo mucho que me cambió, lo que aprendí, lo que me enseñaste. Supongo que el tiempo pasa para todos, que ya no es lo mismo. Y ahora que lo escribo me punza la nostalgia.

Es curioso cómo nos aferramos a los sentimientos. Sean los que sean. Cómo los hacemos un hueco cada noche en la almohada y lo raros que nos sentimos cuando una noche no duermen en casa. Lo que me angustia, o me asusta, o, incluso, puede que me guste es precisamente la certeza de que ya no volverán. De que la madrugada pasada fue la última. Que no habrá más desvelos ni más cafés de las seis.

Es como nuestros monstruos, como los miedos infantiles. Nos cuesta entenderlos porque no prestamos atención. Porque no queremos pensarlos. Porque si lo hiciéramos los razonaríamos y hasta los racionalizaríamos. Y si los pasamos por ese cedazo ya todo está perdido. Habríamos caído en nuestra propia trampa. Se dice que uno crece y madura cuando deja de tenerle miedo a la oscuridad y a los bajos de la cama.

Entonces, se dice que hemos sentado la cabeza y todo ha de ser pensado y planeado. Todo tiene que seguir un orden. Y decimos que es natural. Pero es mentira. Porque lo natural es el miedo y lo racional entrar en el cuarto sin prender la luz.

7 comentarios:

Munchausen dijo...

Yo le sigo teniendo miedo a los bajos. JUA JUA JUA

mc clellan dijo...

A mí me parecen más peligrosos los entresuelos. Sobre todo, desde que descubrí que en los de un edificio en que viví había un detective privado. ¿Que por qué lo sé? No es lógico que en julio vayas con gabardina... Ni que uses la oficina a las tres de la mañana... ¡con tu novia (o lo que sea)!

Sansara dijo...

Lo malo, creo, es contarlo como algo que no te haya pasado. Que algo que haya sido Así acabe de esa manera impersonal. Lo bueno, que siga removiéndote algún pelillo por la espalda como para reflexionar acerca de ello...

Tomás Ortiz dijo...

Como dices, a veces todo da un vuelco y lo que debería ser cabal se transforma en inexplicable, y lo extraño en habitual. Lo importante es no dejarse llevar por esa sensación. O si te dejas llevar, saber que siempre podrás volver al redil del mundo real. En cualquier caso, a veces el mundo de los sentimientos engaña, pero es tan placentero sentir sus dulces mentiras... Saluditos apretados

Gonzalo dijo...

Lo natural es tener miedo porque lo racional es dejar de serlo en algún momento, en esos que la gente llama de debilidad. El café de las seis, una noche a destiempo, una almohada que de repente parece susurrate nombres. Pero si la almohada es la tuya, sólo te quita el sueño y provoca ojeras compensadas por una sonrisa difícil de justificar. ¿En qué piensas?

mc clellan dijo...

En tantas cosas... pero sobre todo en que el otoño es la estación del vertigo.

mc clellan dijo...

¿Y tú?

Post nuevo Post antiguo Inicio