14 octubre 2007

Siffert y Bell

Tenía casi 30 años y pilotaba un Ferrari. Rojo, como tiene que ser. Iba liderando la carrera. Circunstancialmente, como pasa también a veces. Pisaba a fondo el acelerador. Tenía que sacar suficiente ventaja como para que los Porsche 917, los verdaderos líderes de la competición, perdieran toda su ventaja. Era la vuelta 38 y frente a él estaba el 512M de Mike Parkers. Lo tenía a tiro. Sólo tenía que darle un poco más de gas a su 312BP. Y lo hizo. Era la curva de Ascari, que escondía la espaciosa recta de meta. No llegó.

Parkers tuvo tiempo de ver lo que le esperaba cuando la horquilla se deshacía. Un auto blaquiazul cruzaba en diagonal la pista. Era el Matra de Jean Pierre Beltoise, el coche ganador del año anterior. Se había quedado sin combustible y el francés estaba empeñado en hacerlo llegar al box. Su compañero esperaba allí para darle el relevo. Tampoco llegó. El 512M lo esquivó en una maniobra rápida y limpia. Él no pudo. No lo vió.

Una bola de fuego estremeció a los espectadores. Beltoise se quedó parado en medio de la pista, con las manos vacías. El coche se le había ido. Había desparecido. El 312 había impactado contra él a una velocidad de vértigo. Unos metros más allá, ya en la recta de meta, había una densa humareda. Salía de un amasijo de hierros... rojos. Era el Ferrari de Ignazio Giunti. El italiano murió en el acto. Era el 10 de enero de 1971. Los 1000 kilómetros de Buenos Aires en el Autódromo 17 de octubre. Al final, ganó un Porsche. El de Siffert y Bell. El suizo también moriría ese mismo año en Brands Hatch.

4 comentarios:

Gonzalo dijo...

Creo que era sir Stirling Moss el que decía que en aquella época el compañerismo era mayor que ahora entre los pilotos porque morían alrededor de media docena cada año. Al menos, hasta lo de Lauda. Ahora, quizás sólo los montañeros piensen así.

chopitosmum dijo...

Adoro todas las historias de la F1, GT, y todo lo que sean carreras del motor... será porque son parte de mi historia de amor.
Besotes.

D.G. dijo...

Buffff, esperemos que no sea presagio de este fin de semana... [aunque sin lesiones no me importaría que alguno se fuese, que se yo, en la entrada a boxes por ejemplo, jejejejeje].
Me encantó el escrito, revivió historias y como siempre, con una bella forma de expresión.
Un saludo!!

libertad dijo...

No lo sabía. No sabía que ocurrió así. Es increíble como en un instante todo puede cambiar.
B.

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