06 abril 2008

La importancia de llamarse...













El nombre es algo muy importante. Lo saben todos aquellos que están esperando un hijo y se les acumulan los libros sobre el tema en la mesilla de noche. También los ingenieros que andan probando un nuevo prototipo -el definitivo, dice- en su fábrica de coches. Y no digamos los guionistas de nuevos programas, aún sin estrenar, que conquistarán la parrilla este verano. Pero si hay un lugar donde un nombre se ha convertido en cuestión de estado es Macedonia, la república ex yugoslava.

Desde que se independizara, anda a la gresca con sus vecinos griegos por la denominación oficial. Los helenos les piden que se la cambien si no quieren pertenecer a su país, que el 'copyright' del nombre lo tienen ellos, que para eso están los libros de Cultura Clásica y que los estudien. Los balcánicos, por su lado, les contestan que nanay, que, en verdad, ellos son los auténticos descendientes de Alejandro Magno y que, por tanto, su Macedonia es auténtica, aunque cercenada, así que que se anden con ojo, que, a lo mejor, les da por anexionarse lo que es suyo.

Y así pasan los días y las cumbres. Los ex yugoslavos se han quedado a las puertas de entrar en la OTAN (sí, que también son gente civilizada y europea, aunque no lo parezcan en los libros de Historia). Los helenos, muy pero que muy quemados (y no por los incendios del verano pasado... o no solo por ellos), les han vetado el paso. Se desconoce qué han dicho los eslavos, pero huele ligeramente a chamusquina y se intuye que detrás de ese silencio público se gesta algún tipo de venganza en su más que probable entrada en la Unión Europea

El continente anda un poco revuelto. A su vez, la todopoderosa Rusia les ha ganado la apuesta a Georgia y Ucrania. Ellas, que andaban sacudiéndose las plumas para ponerse guapas y entrar por la puerta grande en la Alianza, se han quedado compuestas y si novio. Ni el apoyo de Estados Unidos les ha valido para asistir al baile de graduación. Su vecina la grande, sin embargo, tiene, como se dice vulgarmente, el culo como un paraguas. También se espera vindicta.

Y es que da la sensación de que al igual que la energía, la Historia también se recicla. Más que avanzar, gira sobre sí misma. Puede que cambien los escenarios y los protagonistas, pero el argumento siempre es el mismo. Me pregunto qué diría Óscar Wilde si levantara la cabeza.

2 comentarios:

chopitosmum dijo...

Mismo perro distinto collar...
Genial!!!
Besotes.

tiomark dijo...

Diría: A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo.

Beso, niñaaaaa

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