27 mayo 2008

Pasaje de Peña

El domingo estuve en uno de esos mercadillos que hacen olvidar el tiempo y el espacio por unos minutos. Había conquistado una céntrica calle de Santander, justo el pasaje que cruza las entrañas de la calle Alta, en la misma dirección que la Cuesta del Hospital. Hacía mucho que no paseaba por ninguno. Éste no era muy grande, apenas una quincena de puestos, todos en un sólo lado de la carretera y sin hacer mucho ruido. Había de todo, pero sobre todo, trastos viejos, en el más amplio sentido de la palabra y libros.

Me enterneció mucho ver los carteles amarillentos y mil veces doblados tentando al paseante con su '2 x 3 €'. La primera vez que vi uno similar fue en Barcelona. Tendría once años y había ido de vacaciones con mis primos. En uno de los paseos por la Ciudad Condal, nos topamos con un montón de puestos de 'viejo'. Seguramente será un mercado conocido, pero no recuerdo ni el día ni la zona en que nos lo encontramos, por lo que hoy sigo escarbando en la memoria (propia y ajena) para resolver el misterio.Los libros que allí se compraron ellos los leí yo mucho más tarde... Y hoy siguen en las estanterías de su casa nueva.

Piso que, por cierto, se enseñorea de tener objetos antiquísimos encontrados en el desván de otro hogar, el de unos tíos del pueblo, y que desgranan parte de la historia familiar. Plumines y pizarrines de una escuela republicana que más tarde tendría colgada en sus paredes la foto del Caudillo, ceniceros hechos a base de estolas y lacre, una Enciclopedia Rubio, una Biblia en cuyas tapas el tiempo ha borrado las letras de pan de oro...

Me pregunto si alguno de los trastos del mercadillo de Santander tendrán también una historia parecida a los que me gusta ojear cuando visito a mis primos. Si en esas lámparas art decó, robadas probablemente de casas vacías del Cabildo, también están las huellas de sus dueños. Sin a través de las gárgolas doradas a modo de grifo se pueden oír las ensoñaciones de otros tiempos, si en las cajas de lata de las pastillas Juanola y el Cola Cao se pueden leer los ingrediente de otras vidas tan distintas a las nuestras que fueran propias de otro mundo.

4 comentarios:

Poledra dijo...

Seguro..es lo que tienen los objetos antiguos, tienen cada uno su propia historia. :-)

Un abrazo

Lek dijo...

Vaya, vaya... después de tanto tiempo no me digas que también eres de la tierruca :)

A pesar de lo cual, nunca he visto el dichoso mercadillo.

Anónimo dijo...

Seguro que te gustaría entonces la feria del libro antiguo y de ocasión de Madrid. Y el rastro,de los que soy visitante asiduo.

chopitosmum dijo...

Pon el oído que te cuentan...
Besotes.

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