29 abril 2010

Hire Himalaya

Hoy es un día negro para el alpinismo. Otro más. Ha muerto Tolo Calafat en el Annapurna, la montaña maldita, después de pasar dos noche al raso. Y raso es un decir, porque la Reina de la Cosecha tenía reservado para estos días -después de que Oh Eun-Sun la hollara y se convirtiera en la primera mujer que sube los catorce ochomiles- una tormenta de nieve.

Llevaba desde ayer pendiente de este tema. Así que he leído todo lo que ha caído en mis manos (bueno, mejor diría en mi pantalla). Y me sorprende con tristeza lo fácil que es criticar (a menudo de manera anónima) lo que hacen los montañeros, los equipos de rescate, los sherpas... No sé si es que ya no nos ponemos en el lugar de otro por desconocimiento, insolidaridad o mala baba, pero me preocupa.

Sebastián Álvaro, el que fuera director de Al filo de lo imposible, pedía clemencia a los internautas de elmundo.es a la hora de analizar todo lo sucedido y dicho. Y tenía razón. Hay que ser clementes. Pero también cautos. En la montaña las reglas son otras y dos más dos no son cuatro.

No soy alpinista, no sé escalar y nunca me he acercado a un rocódromo (creo que por eso sigo de una pieza). Pero aprendí a respetar este deporte / afición / profesión gracias a Hire Himalaya. Se trata de un libro (también hay un documental) que recoge la ascensión de Alberto Iñurrategui a los catorce ochomiles.

Creo que salió al mercado en el año 2002. A mí me lo dejó mi amigo Ibon. Y sé que todavía se puede encontrar porque lo busqué hace poco para regalármelo y releerlo. Está repleto de poesía, alma y corazón. También de fotos: muy buenas, por cierto, no sólo por dónde están hechas, sino por su encuadre, su calidad, su significado.

Pese a ser un libro en el que se cuenta un hito: hollar catorce gigantes lo es. No sólo hay momentos buenos, también los hay malos: muy malos. Alberto perdió a su hermano Félix en el 2000, durante la ascensión al Gasherbrum II. Un año después de ello, regresó a la montaña para hollarla y se encontró con los restos de su expedición, y entre ellos, el piolet de Félix (de lo que ya hablé una vez).

A lo largo de sus más de 200 páginas, el alpinista deja importantes reflexiones de lo que es esta actividad. No son sermones, es su forma de vivir la montaña. Y al lector (al menos a mí) le pueden ayudar a entender y respetar esta actividad. Que falta hace en días como hoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es de Félix ni de Alberto pero perfectamente podría aparecer esta frase en ese libro: "No es más quién más alto llega, sino aquel que influido por la belleza que le envuelve, más intensamente siente."

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