04 junio 2011

Rumbo a Noruega IV

Suecia es un país extenso y llano. Ésta es la conclusión a la que he llegado hoy después de 500 kilómetros por llanuras usadas para cultivo de hortalizas, praderas o bosques de coníferas. Y sus carreteras son rectas interminables salpicadas con áreas de descanso peculiares... e incluso con vistas a lagos que aquí consideran 'normalitos'. Hoy también he visto mi primer reno.Y sí, son tan feos como en las fotos. Al pricipio pensé que era una piedra en la cuneta, hasta que de pronto levantó la cabeza. Menos mal que era un recodo lejano de la autopista y a él no parecía impresionarle el tráfico.

De Lund hemos cruzado por el lago Vanern, uno de los más grandes y hemos acabado en Katrineholm, una pequeña ciudad industrial de paseo agradable. Y por primera vez en todo el viaje me ha sobrado ropa... Porque hacía casi 30 grados en algunas zonas. El hotel en el que estoy es un lugar curioso. Por un lado está muy cuidado, pero por otro, tiene 30 años y apenas ha cambiado. Bueno, tiene wi-fi y demás adelantos técnicos, peor la decoración es auténtica. Hay un piano hecho en Orebro precioso, y las lámparas son piezas vintage. 


Hotel Gillet, en Katrineholm
Hotell Gillet, en Katrineholm
La mujer que lo regenta es todo amabilidad y nos ha dejado guardar la moto en un garaje privado, junto a su Citroën DS, otra pieza vintage de ésas que todavia circulan y que abundan en este país. Hemos cenado en una terraza local donde todo el menú estaba en sueco y el camarero ha traducido amablemete: cerdo, pollo o vaca al grill. Sólo puedo decir una cosa: delicioso junto a su acompañamiento de bearnesa, y patata y verduras asadas. Sencillo pero eficaz. Por cierto, me estoy pensando en hacerme sueca sólo por los panes que tienen. Qué delicia. Estoy por abrir el petate de la comida y coger los bollos que no hemos utilizado al mediodía.

Mañana creo que toca ver la costa de más al norte. Parece imposible, pero todavía quedan kilómetros hasta llegar al Círculo Polar Ártico y ver el sol de medianoche. Aunque a juzgar por la hora en la que sale y en la que se pone, no parece tan lejano.

Nota mental: Quiet Town, de Josh Rouse.

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