05 octubre 2012

De crisis, barcos y Cohibas

... Ver que ya no piensas en mí
que ya no crees en la gente
que tomas pastillas rosas
y te has vuelto nihilista
y sueñas con no soñar
(...)
Estaría tan lejos de ti
que ya no recuerdo el momento
en que te dije por última vez
que el cielo se estaba abriendo
y se abre bajo tus pies
Y quiero que vengas conmigo
a cualquier otra parte...
 'A cualquier otra parte', Dorian


Crisis. Crisis. Crisis. Crisis. Oigo esta palabra unas cien mil veces al día. En la calle, en el metro, en el trabajo, en el supermercado. Hasta en el gimnasio, si me apuran. Y estoy cansada de ella. Sobre todo porque parece que crisis solo hay una y es la que nos toca el bolsillo. Que sí, que es muy jodida, pero se nos olvida que esto ha sido como la caída de las fichas de dominó y la única se está llevando por delante a otras de las que no se habla tanto en los telediarios y que pagaremos con creces cuando el sistema supere este bache.

¿No me creen? Dicen algunos expertos que el espacio y la importancia de la economía en el gobierno del mundo es excesivo. Y a consecuencia de ello ahora vivimos dominados por el signo de la bolsa y la tendencia de la prima de riesgo. La geopolítica ha dejado paso a la ecopolítica. Proponen empezar a recortarle las alas para evitar que ocurran nuevas depresiones (ajá, a esta palabra le tienen un miedo algunos...) como la que ahora nos ahoga. Pero no dicen dónde se tiene que fijar la política para salvar al mundo. Porque el tema de las fronteras tampoco es el más adecuado, a la vista de los libros de Historia.

El asunto no es fácil. ¿Sociopolítica? Y qué es esto. ¿Escuchar a la calle? No tengo ni idea de qué es lo que tiene que hacer la política para rescatarnos a los ciudadanos. Pero sí sé que moral y éticamente algo tiene que cambiar. Porque el estado del bienestar que nos estamos cargando ahora para pagar la deuda y rescatar a la banca que especuló con su dinero y nuestro futuro depende mucho más de nuestro valores que de nuestros bolsillos. 

Pagar duele, pero cuando uno sabe que el dinero que da al Estado revierte en el bien común es como si le dieran una aspirina. Sin embargo, el bien común no es algo que nos preocupe en exceso. Últimamente no nos preocupa nada y preferimos el 'sálvase quien pueda y que sea yo' a 'saldremos todos juntos de esto'. Ahora se intenta arreglar el programa de la inmigración recortando prestaciones sanitarias. Sin embargo, la solución tuvo que haber llegado antes y no de la mano de un tema tan delicado la salud. ¿Es que vamos a dejar morir a los pobres, a los negros y a los viejos? ¿Por qué no nos dimos cuenta antes de que el sistema no iba a ser capaz de absorber los costes de los recién llegados?

Viendo el otro día las noticias de La Sexta y una pieza sobre desahucios tuve claro que hemos dado pasos de gigante hacia atrás. Primero, los desalojos afectaron a inmigrantes parados que no podían hacerse cargo de la hipoteca, luego tocó a los nacionales que se habían ido a la calle porque sus empresas habían iniciado un ERE, luego les ocurrió a los mayores cuya pensión no daba para alimentar las letras del banco...  

Y pensé en esa cita que algunos atribuyen a Bertolt Brecht, pero la wikipedia no: "Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"

¿Exagerado? Tal vez no tanto. ¿Y qué hemos hecho sabiendo que los próximos podremos ser nosotros? Pues no mucho, la verdad. En el fondo vivimos con las manos atadas. Salir a la calle ha sido increíble, pero la propaganda del Estado se ha encargado de manchar el fenómeno. Y nuestra democracia, que no lo es tanto, tampoco está preparada para que un movimiento ciudadano pueda cambiar el rumbo del gobierno sin elecciones adelantadas de por medio. Y éstas, amigos, las convocan los políticos, sordos con su pueblo, por cierto. 

Hace un par de días leía una frase del periodista y escritor andaluz Manuel Alcántara. Decía algo así como que aquí se entiende la democracia como el sistema de elegir a los que mandan a condición de no intervenir en su mandatos. Y esto lo resume casi todo. Quizá la crisis económica sea solo la punta de un iceberg contra el que hemos chocado. Y quizá la orquesta de este barco seamos los propios ciudadanos. Puede, incluso, que el capitán ya nos haya abandonado y esté en la costa fumándose el Cohiba de las grandes ocasiones.

Salvavidas

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