Dejó que sus dedos se deslizaran lentamente. Patinaron por los labios que tantas veces había dibujado hasta llegar a la barbilla. Se dejaron caer por el precipicio y el reloj echó a andar de nuevo. Hubo ruido: de coches, de gente, del aire. Y hubo luz: de los semáforos, de los bares, del sol. Devoraron las palabras con fruición. Ya se lo habían dicho todo. Sonó el móvil y se marcharon... con las cicatrices del otro grabadas en las manos.
8 comentarios:
Para qué desperdiciar más líneas pudiendo contarlo todo en un sólo párrafo.
Muy gráfico.
Si es barro, tal vez te hayas arrancado la costilla para Eva. Y si están amarillas, ¡deja el tabaco!
Malditos taxis. Siempre ahí, sólo cuando son necesarios pero no imprescidibles.
...heridas que no guardan olvido en sus puntadas, supuran imágenes a cada movimiento en falso, rechazan el yodo de otros labios porque buscan la saliva de los suyos; que tanto los había comido, que se hizo vegetariano (ahora come las flores que le compra todos los días).
Puede incluso que haya bellas cicatrices...
Y de algunos sólo guardamos cicatrices...
Me miro las manos y veo pequeños juegos, rotos cristales que estallaron la otra noche, y el reflejo de mis ojos que piden moverse lentamente en tejados negros de ciudades-lobo.
GATO NEGRO
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