26 noviembre 2014

Atrezzo de un shooting



El día que se rompió aquella taza, al caerse de sus manos enjabonadas, se quebró parte de su historia. No tenía mucho apego por los asuntos materiales, cosas de haberse mudado quince veces en los últimos diez años. Pero ella le había acompañado desde que la encontró en la estantería de aquella tienda que lo mismo te vendía una bufanda de lana merino que una crema de rosa mosqueta orgánica y olía como una iglesia en Semana Santa.

Un tiempo después la descubriría en una de sus películas favoritas, 'Love actually'. Era la que usaba el escritor para beber su té en su retiro peninsular, cuando el viento le vuela todas las cuartillas donde había vomitado la novela que le llevó hasta allí. Ahora, echa añicos sobre el suelo de cerámica gris parecía el atrezzo de uno de esas sesiones de fotografía (o shooting como le llaman algunos) que luego ilustran el catálogo de ropa de alguna marca que intenta venderse como moderna, transgresora, rebelde y todas esas cosas que molan a los 16.


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