09 agosto 2009

A-2602. ¿Un buen lugar para quedarse sin gasolina?

Si ayer era la 'Tourpirenaica', hoy podríamos hablar de 'Maratopirenaica'. El martes tenemos que estar en Santander, así que hoy teníamos que acabar en un lugar a medio camino entre Vielha y Bilbao. El elegido ha sido Sos del Rey Católico, donde hay un parador precioso que hemos elegido como nuestro 'descanso del guerrero'. Sin embargo, no queríamos dejar los Pirineos sin peregrinar hasta Motocard. Y eso está en Andorra, concretamente en La Margineda. Así que ya os imaginais lo que hemos hecho ¿no?

El primer trayecto no ha tenido complicación. Lo primero ha sido subir el puerto de la Bonaigua. Después de años de hablar de él, por fin lo he conocido. Y confieso que me estaba impresionando, pero menos... hasta que lo hemos coronado y ha tocado descender... ¡¡Qué gozada!! Una carretera recién arregladita que enlazaba horquillas como trenzas... Sin palabras.

(El valle, visto desde la carretera que sube a la Bonaigua./ Olympus Micra)

Luego, hemos ido hasta Sort, donde sí, había cola para comprar décimas en La Bruixa d'Or, pese a ser domingo. Y hemos subido el Col del Cantó. Es un puerto maratoniano, porque es muy muy muy muy largo. El desnivel que se libra es interesante, pero no hay cuestas de gran porcentaje porque el paso entre un valle y otro se hace por las laderas de las montañas, buscando el lugar más sencillo. Los que estéis cerca de Lérida, apuntaros esta ruta, porque merece la pena:


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Una vez pasado el Cantó, se llega rápido hasta La Seu d'Urgell, y justo antes de entrar en el casco urbano está el desvío hacia Andorra, que dista apenas 10 kilómetros. La Margineda queda muy cerca de la frontera. Para los cotillas: sí, caímos en la tentación y se vino con nosotros una cazadora Dainese de verano.

Una vez cumplida nuestra misión (mantener el Principado gracias al consumo del turismo) y después de haber comido (¡¡por fin un sitio donde un sandwich vegetal es eso, vegetal, y no lleva kilos de mayonesa!!), pusimos rumbo a nuestro destino definitivo: Sos del Rey Catolico. Por delante nos quedaban 368 kilómetros.


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Volvimos a Sort por el Cantó y una vez allí tomamos la N-260 en sentido Tremp. Ésta nos llevó a pueblos muy curiosos, como Gerri de la Sal (que se llama así por sus salinas, conservadas hasta nuestros días), donde los tejados habían vuelto a ser de teja, y nos mostró paisajes muy bellos.

(Gerri de la Sal./ Olympus Micra)

Sin embargo, la sorpresa nos la dio la carretera entre Tremp y Puente de Montañana, la C-1311. A partir de esta localidad, donde sí que hay un puente que sirve de límite entre las provincias de Lérida y Huesca, tomamos la N-230 para luego seguir por la N-123 a partir de Benabarre hasta Barbastro, donde retomamos la N-240 hasta la capital oscense.

(Vista desde la c-1311, entre Tremp y Puente de Montañana./ Olympus Micra)

El tramo por la N-123 fue llanamente espectacular. Lo haría mil millones de veces. Es un desfiladero precioso, el río baja por un cañón digno de ver y hay varios miradores a los que se accede con facilidad desde la vía que descubre la espectacularidad del paisaje. Uno de ellos es el de Olvena, que aunque obliga a desviarse del camino, tiene pinta de ser muy recomendable. Está en el pueblo, pero en una colina que se sube por un empinado y escalonado camino. Evidentemente yo no subí: la ropa de moto es demasiado... Pero me quedé con las ganas.

(El cañón desde la N-123./ Olympus Micra)
(Vista del cañón desde la carretera que va hacia Olvena./ Canon EOS 400 D)

Desde Huesca ciudad, cogimos la A-132 hasta Bailo. Es una carretera muy cómoda y se llega en nada. Aunque hay tramos más lentos porque, como siguen el cauce del río, es más sinuosa. Desde esta vía, además, se pueden obtener unas grandes vistas de los Mallos de Riglos: los escaladores los conocerán bien, para los demás, son unas imponentes agujas de conglomerado que se alzan desafiantes en una ladera (Wikipedia los define mejor).

(Los mallos de Riglos./ Olympus Micra)

A partir de Bailo teníamos dos opciones: seguir por la N-240 o tomar una vía aparentemente más directa hasta Sos, para no dar mucha vuelta. Y digo aparentemente porque, en realidad, no sé que hubiera sido 'peor'. Teníamos gasolina, justa, pero teníamos. Sin embargo, el tramo de ¿35 kilómetros? por la A-2602 puso a prueba nuestros nervios. La comarcal es lenta: piso irregular, asfalto antiguo, sin señales verticales y casi horizontales... Y se convierte en una mini montaña rusa que sube y baja puertos de poca altura, pero remontados a base de curvas y horquillas. Hubo momentos en los que pensé que no se acababa nunca. Y por nuestras cuentas, el tanque de la moto debía estar bastante vacío.

Después de un trayecto contando los mojones de la carretera (en un intento desesperado por calcular si nos llegaría con lo que nos quedaba de combustible), encontramos el desvío que teníamos que tomar por la A-1601 hasta Sos. Era todo cuesta abajo hasta los pies de un pueblo que yo pensaba que era nuestro destino, así que respiré: si nos quedábamos secos. podríamos bajar como en bici ¿no?.. Jajajajaja. Pero ese pueblo no era, obviamente, Sos. Al llegar, una señal nos indicaba que teníamos que remontar otra pequeña colina... Y luego otra más... Se nos hizo eterno. Al final, llegamos a un nuevo desvío desde donde se veía esto:

(Vista de Sos del Rey Católico./ Canon EOS 400 D)

Entonces, nuestra misión era encontrar la gasolinera... Porque, cruzábamos los dedos, confiabamos en que hubiera una ¿dónde iban a repostar, si no, los vecinos de Undués-Pintano?.. Y cuando ya dábamos por perdida la guerra (no avistábamos ninguna a ojo y el pueblo estaba en un alto que no parecía tener lugar para tal infraestructura), se apareció ante nuestros ojos esto:

Así que allá que fuimos. Casi beso a la señora de Repsol. La sorpresa fue cuando nos llena el depósito y ¡¡no entran más de 12 litros!! En fin, si lo sé, no sufro...

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