25 marzo 2005

Uve con rabito

Las estaciones están siempre llenas. Día y noche, las almas penitentes viajan y, tal como hacen los caracoles, llevan en su espalda el equipaje. Valijas de ruedas, mochilas, bolsas de deporte… Algunos van ligeros, otros portan grandes bultos. Las estaciones nunca están vacías y siempre hay alguien que espera: al autobús, a la familia, a unos amigos o, simplemente, desespera.

Es curioso observar a la gente cuando eres tú la que lo hace. Por su pasarela, desfilan todo tipo de personas y personajes. Nunca puedes estar segura de quien se sienta a tu lado. Tal vez sea un frustrado escritor o una madre ansiosa por ver al vástago. El caso es que todos responden al mismo perfil. En cuanto se acerca un autobús de la compañía adecuada, se levantan de sus asientos y encaminan sus pasos a la dársena.

Son como animales. En manada, siguen al jefe hasta dar con el interlocutor válido.
−¿Oiga, este es el número trece?
−Sí, caballero; lo tiene puesto en el parabrisas −no hay un simple gracias.
−Eh, ¿éste es el que va a Llanes?
−¿Qué número tiene, señora?
−Hijo, no sé, yo he pedido para Llanes.
−Ya, pero hay varios autocares que hacemos esa ruta a esta hora.
−Bueno, pero va a Llanes ¿no? Pues me subo y ya está.
−A ver, señora. Eso no puede ser −la mujer insiste hasta que el amable conductor le pide el billete, masculla entre dientes y la guía hasta su vehículo −. Aquí, señora, aquí. Este es su número. Este la lleva a Llanes.
−De verdad, no sé para que tantas ‘moderneces’. En mis tiempos…
−En sus tiempos iba en burra, no te jode −piensa el conductor−. Y lo de ahora es por tocar los cojones.

Que es lo mismo que se le viene a la cabeza a una cuando ha conseguido dormirse a mitad de viaje y le despierta la voz nasal del ‘profesional del volante’. Siempre me ha hecho mucha gracia esta expresión.
−Buenas tardes, señores pasajeros. Les habla Carlos de Tal y Cual. Este autobús realiza el trayecto entre Irún y Gijón, de unas siete horas de duración. Les informo que está prohibido fumar en el vehículo por orden del Real Decreto X. La temperatura exterior es de unos 18 grados y brilla el sol. Que tengan un buen viaje. Gracias.
−Din don din −añades, jodida porque te acaban de levantar la siesta y porque tienes un no tan extraño dolor en el cuello que te sube hasta la sien de lo cómodos que son los asientos.

Lo curioso de ellos, de los asientos, es que no son confortables para casi nadie. Los altos se quejan de que tienen poco espacio. Los ‘moraos’ de sus rodillas, que diría Sabina, lo delatan. Y si, encima, te toca el autobús de refuerzo más cutre, date por listo. Entrarás agachado y saldrás jorobado. Para los bajitos, la cosa no está mucho mejor. Si el reposapiés no funciona, la única opción que les queda es cruzar las piernas a un lado y a otro para tener una posición mínimamente llevadera. Eso o romper las normas de la educación, subir los pies al respaldo que tiene en frente y hacerse una uve, con rabito a la derecha y todo, como nos enseñaban en el colegio. Que es donde deberías haberte quedado a dormir la siesta que nunca dormías cuando eras pequeño.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

y yo q cojo todos lo dias un autobus d stos, me siento más que identificado jeeje

Saludos cordiales

Anónimo dijo...

"−Din don din −añades, jodida porque te acaban de levantar la siesta" es ironia acida... jejeje

Munchausen dijo...

La Renfe me rompió el corazón (mi padre es ferroviario) cuando sustituyó los maravillosos vagones de compartimentos por los coches tipo autobús. Si te tocaba a cinco pelmas compartiendo departamento, al menos te daba para contar una historia al llegar a casa. Ahora, si alguien molesta en el vagón, sencillamente maldices tu suerte y las próximas ocho horas de insufrible padecimiento.

mc clellan dijo...

¿Y pagabas con el histórico 'kilométrico'? Qué recuerdos. Es una pena que la modernidad le haya sustituido por una triste tarjetilla de plástico...

Munchausen dijo...

Y debo de tener alguno por ahí guardado... O eso espero. ¿También eres de kilométrico? Caray, cada vez me gusta más esta página.

mc clellan dijo...

No, de kilométrico no. Por desgracia, mi parentesco con el ferroviario de la familia no era estrecho. Es mi primo y a tanto no llegaba la Renfe... Pero he viajado tanto con él que siempre quise tener uno, sólo por cómo era...

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