15 agosto 2005

El hundimiento

Si uno mira bien, el metro de Madrid es un ojo de pez. Sus azulejos son espejos mentirosos en los que uno ve sólo lo que quiere. A veces, hay que mirarse los pies dos veces para comprobar que no calzas sandalias, ni vistes túnicas blancas, que donde te encuentras no es en un laberinto, ni que a la puerta te espera la Hidra. Otras, hay que agudizar el oído para comprender que el estruendo de fondo no es el sonido de la artillería rusa tomando Berlín y que el Führer no está imaginándose cómo exterminar a los traidores y a los judíos sentado a tu lado, en el despacho del búnker de la Cancillería.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Podría interpretarlo de varias formas distintas. Pero me quedo con que sería un gran comienzo para algo más largo. Personalmente, veo el metro (el de Madrid o Barcelona) como aquellos camiones cargados de gente que hacían la ruta entre los campos de concentración y las canteras. La única diferencia, que puedes escoger el camión al que te subes.

mc clellan dijo...

En el fondo somos los judíos, los parias, los negros que recogían algodón en los campos de Carolina del Sur.

Anónimo dijo...

O los supervivientes. Aquellos que escarban en las ruinas buscando las migajas que olvidó la guerra.

Munchausen dijo...

Para hundimiento, véase El Carmel (Barcelona).

Anónimo dijo...

Manda carallo!!!
Hasta dónde llega el f...ing spam!!!
["Es lamentable" ;-)]
En el fondo, no somos más que pequeños esclavos del capitalismo descontrolado. Ya no nos quedan ni las estaciones fantasmas del subsuelo para escondernos.

Poledra dijo...

Pues teneis razón, te queda como mucho escoger vagón, o combinaciones, el metro de Madrid a mi siempre me ha parecido un poco agobiante, con esa cantidad de líneas y gente...

Un abrazo...

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