30 septiembre 2005

Amores que matan

Te vi en elmetro. Dormías con la cabeza apoyada en la ventana de cristal rota. Parecía la tela de una araña que estuviera a punto de devorarte, descompuesta en tantos cristales minúsculus. En tu regazo dormían las manos, el bolso y un libro. ‘Castillos de cartón’.

Tenías el rostro sereno y esa belleza lejana de los campos arrasados por la tormenta. Apenas te movías, sólo el traqueteo del vagón mecía tus cabellos. Estábamos apenas a 20 centímetros, pero mis manos no llegaban a las tuyas.

Abriste los ojos por un momento, con el velo del sueño en las pupilas. Tuve miedo de que me descubrieras allí. Los cerraste de nuevo. La voz mecánica de la grabación anunció mi parada. Me levanté y bajé. No tuve valor.

Como entonces, te dejé allí. Y me fui con mis taras y tus que haceres. Desde aquel día nada volvió a ser lo mismo. No sé por qué lo hice. Ni las terapias del psiquiatra ni mi psicoanalista llegan a una conclusión. Supongo que no lo pongo fácil. Que saco alguno de mis otros lados.

A ti te dejé las aristas de uno de ellos en la frente. Aunque me di cuenta de que las cicatrices ya no se notan tanto. Y de que te maquillas para no verlas. No sé por qué en vez de golpearte con mis puños, te agarré de la coleta y te lancé contra el coche. Y no sé por qué tuviste la mala suerte de estrellarte contra el parabrisas.

Éramos dos niñas. Nos odiábamos a muerte, pero yo no había pegado nunca a nadie. Tú me humillabas por mi tartamudez. Y yo no soportaba que lo hicieras. Pero no sé como pude comportarme de aquel modo. De dónde saqué la fuerza y el arrojo. Lo único que sé es que lo hice y que cuando te partiste la frente y los ojos se te llenaron de sangre, me fui satisfecha calle arriba.

Me marché con la sonrisa en los labios y un mechón de tu pelo enredado en los dedos. Hoy todavía lo guardo entre los cuadernos del colegio. Eso no se lo he dicho a nadie. Lo guardo junto al diente que le partí a mi hermano, la cadena que le arranqué a la vecina, y los trozos de la camisa que le rompí el otro día a aquel niño del parque que no dejaba de mirarme.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

lo he leido, prometo una valija pronto. dejame meditarlo. un muxu.

mc clellan dijo...

¿Mi número de tu agenda? Ahora que me habías pasado al equipo titular, con apodo y todo...

Anónimo dijo...

Veo que me he perdido muchas cosas. Prometo dejar comentario en breve. En cuanto consiga despejar esta congestión que tengo (en todos los sentidos).
Biquiños desde el país de la lluvia.

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