Estaba sentado como de medio lado, con un gorro de lana en la cabeza, que sólo dejaba entrever mechones de pelo rubio. Fumaba con los aires que se puede dar quien se sabe guapo. Parecía que no esperase a nadie. Miraba al fondo. No al de la calle. Al fondo de la gente, adivinando cuál sería la mueca de los que se percataran de sus ojos indiscretos. Llovía. Como siempre en esta ciudad. El suelo era un espejo. ¡Maldita sea!, pensé. No pueden existir tipos así. Tenía razón, cuando me acerqué, lo único que había eran dos mandarinas.
8 comentarios:
hola...pase por aquí y me gusto tu blog....muy fresco y àgil (no se exactamente que es fresco pero me salió...)...un saludo
Jajajaja... Pues gracias, supongo. Otro
La niña movió el aire con los labios.
Detrás de los cristales nadie supo
lo que dijo. Era triste
mirar a aquella gente
intentando aclarar una sonrisa.
Y sin embargo estaba todo claro:
la niña
había sonreído simplemente.
(Ángel González)
No sé por qué, pero tiene algo que me recuerda a este blog.
¡Ángel González! La precisión de las palabras, sí señor. A mí me gusta mucho otra de sus perlas.
Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes, respondí sin dudar.
Y también sin dudar, me los dejó en un plato y se fue a tientas.
mi nueva direccion, para que cambies el atajo:
http://blogs.hoycinema.com/
perdón,
http://blogs.hoycinema.com/sellers
Me gustan tus entradas con olor a cigarrillo.
vivan las mandarinas,me gusta su color, su olor, su sabor, me quiero reencarnar en una.
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