09 abril 2007

Una batalla

8 de abril de 2003

Tenía 37 años y dos hijos. Cuando hablaba de su mujer decía "mi chica". Se llevaba perfectamente bien con su compañero Jon. Y cuando nos reuníamos cada noche los 20 ó 30 periodistas hispano-luso-italianos en la "cantina mexicana" (nuestra habitación) o en la "taberna española" (la habitación de Antena 3) él siempre llegaba con alguna botellita bajo el brazo y con la mejor de las sonrisas me palmeaba o me daba un beso y me decía "¡Qué dices, argentino!". Nos hacía felices. Lo despedimos al caer la tarde. A alguien se le ocurrió y los 300 periodistas nos reunimos en el jardín del hotel desde donde transmiten en vivo las cadenas internacionales de televisión. Fuimos con velas y, en el medio de un mutismo absoluto, las prendimos y guardamos varios minutos de silencio. Después, las pusimos arriba de una tabla y las dejamos ahí hasta que el viento las fue apagando. Ni una bomba, ni un avión, ni un ruido. José se había ido y Bagdad lo despedía con una tregua.

Gustavo Sierra, diario Clarín

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

La guerra es una masacre entre gente que no se conoce para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra. (Paul Valèry)

mc clellan dijo...

Y todo lo que no es provecho es un daño colateral. Lo peor es la barbarie en el saco del olvido. Aunque que se puede esperar de gente que no sabe historia... O peor, que se la sabe tan bien y la ha estudiado con tanto ahínco que quiere repetirla una y otra vez. Deberían ver 'El hundimiento' porque, a menudo, se quedan con las luces y no con las sombras.

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