Siempre le había gustado tener las paredes más o menos limpias. Supone que para contrarrestar el 'horror vacui' del mobiliario de sus casas. Su habitación nunca estuvo llena de fotos. Tan sólo un par de imágenes clavadas en un corcho: la portada de Steve Mc Curry en el número de junio del National Geographic de 1985, y un retrato de una ostra y Carmelo Gómez publicada en El Semanal, con motivo del estreno de 'Territorio comanche', que todavía conserva.
Durante la universidad, aprendió a colocar cuadros. Era una forma de poseer lo que, en el fondo, no era y nunca sería suyo. Y así, su primer salón, pintado en un horrendo color salmón, acogió, de nuevo, la imagen de Sharbat Gula y luego, el cartel de 'Todo sobre mi madre'. Le daba cierto toque 'kitsch' a algo que era, simplemente, feo. Más adelante, una bola gigante y dorada, de un árbol de Navidad público, completó el cuadro.
Al regresar a casa, decidió que su antigua habitación era demasiado clásica. No podía cambiar mucho, los muebles eran nuevos y las paredes, blancas. Así que decidió colocar alguna que otra imagen. Detrás de la puerta las puso a ellas, que siguen esperándole. Y dentro del armario, junto a un cuadro hecho a base de papel albal pintado con lápiz, pegó un folleto de esta otra. El afiche no pudo robarlo. Aún se pregunta cómo hacerse con una copia.
Al año, se fue. Se mudó de nuevo, con un póster del festival de teatro aficionado de su ciudad, y un cuadro de un caballo que le regalaron cinco años antes en la maleta. Éste último sigue con ella. El cartel se quedó colgado del piso que dejó hace ya casi tres años. Cuenta que se veía desde la calle. A veces, cuando pasa en autobús por su antiguo barrio, mira por si sigue allí. Pero lo han quitado. No hay lugar para el romanticismo en un piso alquilado.
El que sí se trajo es este otro. Lo secuestraron para ella un conde y una cabeza de corcho. Hoy, en su salón, se acompaña de más fotos enmarcadas, de un póster vertical gigante del Empire State, del caballo irlandés y de un paisaje nevado que colocó un fan de Macaco. Sin embargo, aún le queda un hueco, por si Cesc, cruza sus pasos con los suyos en esta ciudad o en esta otra.
Durante la universidad, aprendió a colocar cuadros. Era una forma de poseer lo que, en el fondo, no era y nunca sería suyo. Y así, su primer salón, pintado en un horrendo color salmón, acogió, de nuevo, la imagen de Sharbat Gula y luego, el cartel de 'Todo sobre mi madre'. Le daba cierto toque 'kitsch' a algo que era, simplemente, feo. Más adelante, una bola gigante y dorada, de un árbol de Navidad público, completó el cuadro.
Al regresar a casa, decidió que su antigua habitación era demasiado clásica. No podía cambiar mucho, los muebles eran nuevos y las paredes, blancas. Así que decidió colocar alguna que otra imagen. Detrás de la puerta las puso a ellas, que siguen esperándole. Y dentro del armario, junto a un cuadro hecho a base de papel albal pintado con lápiz, pegó un folleto de esta otra. El afiche no pudo robarlo. Aún se pregunta cómo hacerse con una copia.
Al año, se fue. Se mudó de nuevo, con un póster del festival de teatro aficionado de su ciudad, y un cuadro de un caballo que le regalaron cinco años antes en la maleta. Éste último sigue con ella. El cartel se quedó colgado del piso que dejó hace ya casi tres años. Cuenta que se veía desde la calle. A veces, cuando pasa en autobús por su antiguo barrio, mira por si sigue allí. Pero lo han quitado. No hay lugar para el romanticismo en un piso alquilado.
El que sí se trajo es este otro. Lo secuestraron para ella un conde y una cabeza de corcho. Hoy, en su salón, se acompaña de más fotos enmarcadas, de un póster vertical gigante del Empire State, del caballo irlandés y de un paisaje nevado que colocó un fan de Macaco. Sin embargo, aún le queda un hueco, por si Cesc, cruza sus pasos con los suyos en esta ciudad o en esta otra.
4 comentarios:
Éste era el cartel que no encontraba en la recopilación de mis paredes. Te robo el enlace. Gracias.
me has hecho ver la habitación, gracias. bsss
Me alegro, yein. Para completar tu imagen te diré que el antiguo edredón era, cómo no, estampado en flores rosas y azules :P
Gonzalo, puedes robar el enlace ¡hasta de forma lícita! Yo te robé la idea... Tendré que dar cuenta de ello en algún sitio ;)
Me has hecho recordar la decoración de todas mis casas de alquiler...los posters con los que cargaba en cada mudanza y hoy cuelgan de mis paredes verdes y los que deseché por razones diversas...
Aunque yo siempre empapelé los vacios de fotos.
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