21 junio 2007

Años setenta

Se miró otra vez al espejo. Se colocó de nuevo el cuello de la camisa y repasó uno por uno los botones de la chaqueta. Estaban bien abrochados, a pesar de sus dedos gruesos y torpes. Se reconoció nervioso... "como un colegial", murmuró. Y se echó a reir. Los ojos se le convirtieron en dos líneas horizontales rodeadas de otras más pequeñas y curvadas. "La edad no perdona", se dijo, aunque para la que tenía, tampoco se veía mal.

En la calle corría una ligera brisa. Hacía una temperatura agradable, ideal para tomar un café en una terraza "sin miedo a coger frío". Se preguntó si ella se habría arreglado tanto como él. Siempre le decía que andaba hecho un pincel y eso le enseñoreaba. Hoy esperaba pasar a la categoría dandi. Miró el reloj. En diez minutos tenía que llegar a la cafetería. Estaba a dos calles, así que no le preocupó llegar tarde.

Al doblar la esquina ya la vio. Se le había adelantado. Maldijo la presbicia que no le permitía apreciar desde esa distancia su rostro. Aceleró el paso no tanto por no hacerla esperar más sino por verla. Y darle un casto beso en la mejilla. Ésa tan suave y tan blanca. No tomaba el sol por miedo a enfermar, decía. Y porque de joven trabajó mucho a la intemperie en el campo y acabó harta de moreno.

Se había maquillado. Le sorprendió. Siempre iba natural. Pero esa tarde se había dado color en las mejillas, y sus labios estaba algo más rosados que de costumbre. "Hacía años que no usaba carmín", le confesó con rubor cuando vio cómo la miraba. Y los ojos le brillaron más de la cuenta. Aquellos ojos negros, enmarcados por unas pestañas largas y pobladas. También los había sombreado en un beis claro. Se dio cuenta porque brillaba un poco con el sol.

-Te has puesto guapa, Carmina.
-Tú también, Antonio.
-Me tiemblan las manos y no es perlesía.
-Calla, no digas tonterías.

7 comentarios:

Crapúscula dijo...

Me ha gustado. Más lo anterior que el último párrafo, aunque eso no quiere decir que no me guste mucho en su conjunto. Bueno sí, quiere decir que me gusta mucho en su conjunto... pesado soy Diossss

mc clellan dijo...

Me alegra que le guste, crapúscula. Voy a sentirme halagada y todo viniendo de usted, ese hombre que se autodefine con una sinceridad tan poética que parece de mentira. Lo que se encuentra por ahí trasteando...

Crapúscula dijo...

Ahora el halagado soy yo. Sólo me salva que la sinceridad poética es mentirosa en esencia :-)

Qué bueno lo de dejar trozos de la vida en los textos, engrandece las relecturas, especialmente las propias.

Yo hace tiempo que me aficioné a su blog... y me convence...

Vaya buscando fecha a esos tequilas...

Bambu dijo...

Qué bonita historia, me hubiera gustado saber cómo continúa ;-)

Anónimo dijo...

Me supongo yo que eso sigue ¿no?. Se me ocurren cantidad de continuaciones, pero seguro que tu las escribes mejor...

mc clellan dijo...

Bueno, bueno... Por petición popular le diré a Antonio que me cuente el resto de la historia para no dejaros con la intriga. Y gracias Carlos, sin embargo, tú la retratarías mejor ;).

chopitosmum dijo...

No es por llevar la contraria, pero a mi me la dejas asi... me encantan los trocitos de vida.
Es como cuando vas en el metro, en el autobus o esperando en la calle... mi pasatiempo son los pedacitos de vidas.
Si lo reconozco soy una cotilla!!!
Besotes.
P.D. Me ha encantado.

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