08 septiembre 2007

La comunicación

Seung Hui-Cho no era un chico normal. Por eso, en abril de este año le dio por armarse hasta los dientes y disparar a diestro y siniestro en el campus universitario donde vivía y estudiaba. Seun Hui Cho es el autor de la mayor masacre estudiantil que ha vivido Estados Unidos: la de Virginia.

Hace unos días, sus padres explicaban al mundo, vía entrevista, cuan desconocido era su propio hijo para ellos. Y la conclusión que uno se lleva al ver lo que dicen es que Seung Hui-Cho era un rarito casi desde que nació.

De pequeño no le gustaba que le tocaran. A los tres años tuvo problemas de corazón y se enfadó mucho por las pruebas médicas: demasiado roce. A partir de ahí, nunca dejó que nadie se le acercara: ni figuradamente. La migración de la familia a Estados Unidos cuando sólo tenía ocho años no mejoró su introversión. Todo lo contrario.

Las dificultades con el idioma le causaron muchos dolores de cabeza y humillaciones en clase, según sus padres. Seung Hui Cho ceceaba y era gangoso. Los niños se reían de él y habitualmente comía solo. Los sandwiches de mantequilla de cacahuete los engullía mientras las lágrimas se le acumulaban en la comisura de la boca.

Los profesores recomendaron a los padres que lo trataran. Y el chaval fue enviado a terapia: no tenía que hablar si no quería. Bastaba solo con que dibujara, modelara plastilina, tocara algún instrumento. Pero su mente turbada no mejoró. El chico tenía obsesión por las casas sin ventanas y las cuevas sin respiraderos.

No es de extrañar, por tanto, que Seung Hui Cho cogiera sus pistolas el 17 de abril y se lanzara a matar compañeros como quien acaba con marcianitos. Demasiada luz a su alrededor. Demasiado ruido. Imposibilidad de comunicación. Nadie podrá decir ahora cómo era realmente Cho. Nadie le escuchó a él.

Y él lo que deseaba más que nada, seguramente, era eso, que alguien se sentara a su lado en intentara comprender algo de lo que balbuceaba. Porque Seung Hui Cho llegó, incluso, a cambiar de estudios. Dejó la informática por la literatura, a pesar de que su hermana le advirtió de que, dados sus problemas para expresarse en inglés, no era lo más recomendable.

1 comentario:

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Y cuántas personas habrá como él en el mundo? Me da que muchas..., demasiadas.

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