Y me siento extrañamente melancólica de los colores claros y las sandalias, de las terrazas llenas de vasos vacíos, de niños con balón en vez de con cartera, de tendales repletos de toallas y bañadores, de fuegos artificiales en el horizonte, de jornadas reducidas, de buzones vacíos de publicidad, de móviles sin mensajes...
O quizá simplemente sea que se me acaban las vacaciones y me pasa como por las mañanas, que siempre me gusta remolonear entre las sábanas.
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