27 mayo 2016

La cabra siempre tira para el monte

Con lo que yo he sido y en lo que me he convertido. Cada vez que veo el hueco detrás del biombo en el que guardo mi ropa de deporte, las mochilas, las zapas, el casco de la bici... Alucino. ¡Si yo aprobaba gimnasia por los pelos y más por pena que por mérito!. Estoy segura que los profesores se planteaban no suspenderme al ver el resto de mis notas, que eran bastante buenas, porque sabían que estudiar podía estudiar, pero ser habilidosa no hay libro que te lo enseñe. O más bien que te los infunda. Si tengo que decir qué era lo que mejor se me daba entonces de la clase, me decanto por flexibilidad (que eso lo tienes o no lo tienes) y resistencia (dentro de unos límites, entiéndase).

Así que mirar es armario tan sui géneris que tengo me deja pasmada. Y orgullosa. Porque se puede. Se puede hacer deporte, se puede progresar con él y se puede disfrutar. Esta mañana, después de taytantas semanas sin ir al gimnasio porque me centré en correr y cuatro días después de mi última media maratón, volví. Y disfruté como hacía tiempo. A una miajita de ponerme a bailar en mitad de la clase estuve... pero luego me di cuenta de que las mancuernas duelen y eso (que tampoco soy el gallo del corral, ea).

Col Agnei

El caso es que ya no puedo vivir sin el deporte. El otro día alguien me preguntaba por mis vacaciones y me di cuenta de que en los últimos tres o cuatro años, todas ellas incluyen llevarse unas zapas o la bici. Lo de irme a Cancún a tomar el sol y unos margaritas así, a secas, no acaba de motivarme. Para mi sorpresa, no os creáis. Este año, toca volver a Pirineos con #lasuiza (es decir, mi flaquita) y subir 'montaños' de nuevo. Ahí están el reto de mejorar el tiempo en el Tourmalet y subir el Aubisque desde Laruns (y no desde Eau Bonnes).

Cuando repaso los puertos que he hecho, incluyendo los alpinos, flipo un poco, la verdad. He subido cimas que luego devoran los ciclistas profesionales (como aviones, no a mi estilo caracol-me-paro-porque-esto-es-muy-bonito). Yo. La niña regordeta que aprobaba gimnasia porque había examen teórico y hacían media. En el fondo, creo que la explicación está en que soy muy cabezona.

Panorámica desde el Col Agnei

Todo esto lo escribo porque hoy el Giro de Italia (que me tiene pegada a la tele todas las noches porque me lo grabo) sube el Colle dell'Agnelo, un puerto larguísimo pero con unas vistas increíbles. Yo lo conozco porque fue uno de los que hicimos con la moto hace ya algunos años. Me impresionó el paisaje. El reto para, quizá, el año que viene o el siguiente sea hacerlo con la bici y poner una chincheta más en el mapa imaginario de colosos en los que me he retorcido. Y no, cuando veía el Giro y el Tour de pequeña jamás soñé con nada parecido. Y eso que a la BH sí le sacaba chispas callejuela arriba, callejuela abajo.

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

Hourquette de Ancizan, Lac de Payolle, Cirque du Tromouse... Vas a flipar.

Vicko Ant dijo...

Me encantó! Nunca aprendí a manejar bicicleta, y estos días me lo estaba planteando. Creo que llegó la hora!
Nos vemos en el camino.

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