Este año lo he empezado con muy buenos propósitos instagrameros. Como en 2015, he decidido unirme al #reto366, una foto cada día. Y de momento lo estoy cumpliendo bastante bien, pese a que mi vida es rutinaria y poco pinterest. Aunque bueno, eso me obliga a mirar las cosas de otro modo y a estar más atenta a los detalles, que no está nada mal visto como andamos todos en general.
Quería hacer una bonita presentación con las fotos en plan collage, pero ea, nos vamos a quedar todos con las ganas porque he probado unas cuantas herramientas y ninguna me convence. La opción de hacerlo a pelo en Photoshop también la he descartado porque no tengo las originales. Así que nada, tendré que seleccionar aquellas que me han gustado especialmente por alguna razón y punto.
Ocho momentos de este enero
La Suiza y yo hemos empezado el año como debe ser, en nuestro puerto favorito del mundo mundial y con un frío que pela, pero más a gusto... Hey, y luego la subí yo solita al techo del coche antes de que llegara mi #costillo. Toma ya.
Este año es el de decir adiós al papel, esto ya os lo he contado, pero lo repito para concienciarme. Ha sido un gran superregalo que pienso exprimir al máximo.
Adoro los batidos de yogur y frutas después de entrenar. No sé cómo podía vivir sin ellos. En realidad lo que pasa es que estoy a dieta y cumpliéndola bastante bien. Hasta bebo litro y medio de agua todos los días, ni yo creía que me duraría la idea.
He vuelto a correr sin dolores y disfrutando, aunque me sigue costando la vida madrugar, no nos vamos a engañar. Martín Fiz, allá voy... Este año hay que bajar de 1h45'. Y para eso el #costillo sabe cómo entrenarme.
En el trabajo hemos instaurado el teatime... Ma-ra-vi-llo-so momento. Y además, he descubierto una infusión llamada fresas con nata que huele como para perder el sentido y sabe que qué os voy a contar. Y no, no lleva nata.
Y aquí siguen, mis cascos verdes son duros como una roca, con la mala vida que les doy. Habla mucho que no te escucho. En el trabajo tengo otros de un verde más oscuro para intentar aislarme del ruido. Solo con ponérmelos ya me concentro.
Me acabo de comer una tableta (entera, con todas sus onzas una a una, paladeándolas como si fuera el anuncio de una cata de quesos Presidente) de chocolate Nestlé (me ha faltado el pan para rememorar mi infancia al completo con pelos, señales y cicatrices), así que estoy bajo los efectos de un subidón de azúcar, grasa y cacao que me tiene en una nube. Puede que lo que escriba sea producto de sus efectos secundarios (o puede que no), pero yo ya lo aviso para que nadie me mire raro después. No estoy ni loca, ni de parranda, solo en ese momento en que llevas mes y pico teniendo más fuerza de voluntad que una modelo de Victoria's Secret antes del desfile del año y, de repente, se despierta en ti el lado oscura de la gula y no hay sable láser que lo frene.
Bien, pues en plena orgía chocolatística he cogido la tableta (la otra, la que no se derrite al manosearla) para visitar esos blogs que tanto me gustan y prolongar el placer prohibido. Después de saltar de uno a otro sin orden ni concierto, me he parado en en el 'blogroll' de uno de ellos buscando descubrir nuevos mundos, tan necesarios para sobrevivir... ¡y casi me atraganto! De emoción. En dicha lista aparecía yo. Bueno, mi blog. Hasta ahí, nada anormal... Aunque a mí ya me parezca guay. El caso es que estaba en el capítulo de 'Ciberamigos'. ¡Yo! ¡Ahí! Lo dicho, casi me quedo en el sitio. Y me ha dado más que regustirrinín, claro.
La culpable de esos cinco minutos de gloria (que no fama) es Anita, de la que ya he hablado por aquí alguna vez. Y no puedo hacer otra cosa que darle las gracias.... Henchida de felicidad, claro. Hace tiempo que me di cuenta de que sus post y sus historietas de Instagram forman parte de esa rutina que me hace un poquito feliz cada día. Y que gracias a ellos la conozco más que a personas que veo de lunes a viernes durante más de ocho horas cada jornada. Se dice pronto. Y no solo a ella, hay una pequeña cuadrilla de gente (Ursu_linska, Virtxo, Su, Patata, Marlon, Leibovitz, Isa...) que tienen un cojín en mi sofá de dos plazas.
Todo esto me lleva a una reflexión entre el miedo y la sorpresa. Hay gente que esta lejos, pero a la que sientes muy cerca; gente cuya voz no sabes cómo suena, pero sabes lo que pensaría en determinadas situaciones; gente con la que jamás te hubieras cruzado y al que echas en falta el día que no sube una foto... Y no me tengo por friki (ese paquete que viene a mi nombre no es de harinas para hacer pan y bollos, lo juro) ni por rara (¿zapas de correr en mi maleta? No sé de qué me hablas). En fin, después del strip-tease, casi que mejor me voy al rincón de pensar o al cuarto de los ratones.
Esto tenía que haberse publicado hace dos semanas. Qué cosas pasan por escribir a horas intempestivas, te olvidas de darle al botón y...
Acabo de terminar el primer libro de este año y me siento muy orgullosa. Me encanta leer desde chica. Podía tirarme las horas muertas tirada en el salón con un libro en las manos. Los devoraba. No me acuerdo de los que he leído, aunque sí de las sagas que me atraparon durante horas: los de Flanagan, los de construye tu propia aventura, los de Los Cinco (eran mis supermegapreferidos)... Esa afición siempre me ha acompañado, hasta la universidad, donde el ritmo de lectura bajo, y el trabajo. Pero en 2015 parece que he vuelto a necesitar agarrarme a mis mejores amigos... Y lo he hecho sin darme cuenta.
Durante mis vacaciones en Lanzarote me hice un listado de los libros que había terminado y me di cuenta de que había leído ¡más de un libro por mes! De hecho, habrán sido unos quince, y el 90% por placer y no por trabajo. No voy a hacer ningún listado con ellos, pero sí voy a decir cinco cosas (llamadlo recomendaciones, si queréis) sobre este asunto.
- Ha sido el año en que descubrí a Murakami. Fue con '¿De qué hablamos cuando hablamos de correr?'. Y me gustó. Creo que este año caerá el segundo...
- Necesito que Márkaris escriba ya otro sobre Kostas Jaritos. He termiando con todos los que hay publicados: empecé con la trilogía de la crisis a finales de 2014 y acabé en diciembre... Me en-can-tan y se leen en un pispás porque el estilo es claro, directo y sencillo. Que va al grano, vaya. Además, tienen una vigencia absoluta cuando se ponen un poco analíticos.
- David Trueba tiene un algo muy especial en todo lo que hace, pero cuando escribe, se supera. 'Blitz' lo acabé en seis horas, una mañana en Huesca. Y 'Cuatro amigos' es maravilloso... Tengo pendiente otra novela (¿o son dos?) de él.
- Wallander me tiene enganchada y no me suelta desde diciembre. Me he leído tres novelas más (ya había leído antes otras tres) y estoy con la cuarta empezada. Que tengo diez minutos en el metro, pues me pongo aunque solo pueda avanzar tres páginas... Si es que hasta leo mientras voy caminando por la calle. Algún compañero de la oficina ya me ha pillado de esta guisa y ha flipado.
- Laurent Fignon ya no es el tipo antipático que yo creía. Fue leer su autobiografía y ver las luces y las sombras. Vaya anécdotas ciclistas que cuenta, por cierto. Muy curioso todo.
Este año, por cierto, va a ser el del cambio. Los Reyes me han traído un Kindle y voy a abandonar a mi amado papel. No me caben más en casa. Y me tengo que deshacer del 80% de los que hay por cuestiones de espacio. No sé cómo voy a hacerlo: solo de pensarlo, me pinza el alma, pero hay que dejarse de romanticismos. A lo que no estoy dispuesta es a piratear. No me duele rascarme el bolsillo. Por el pan pago, ¿no? Además, quiero poder seguir leyendo libros, buenos libros, toda la vida.
Por cierto, sigo pensando lo mismo y no, no he terminado ningún libro nuevo. También se admiten sugerencias y recomendaciones que abran nuevos horizontes.
Acabo de echar un vistazo a mis propósitos de 2015 y... bueno, he cumplido unos cuantos. Otros lo he intentado, al menos. Y hay uno que se me resiste. Supongo que ese lo tendré que poner el primero en mi lista para este 2016. Se me ha ido la Navidad casi sin enterarme... Llegó de improviso y a punto está de marcharse por la puerta ya. Dicen que no me pega nada, pero me encanta este periodo. Y eso que en mi casa, de toda la vida, ha sido bastante lamentable: sin ganas, de luto, con broncas... Un coñazo, vamos. Pero hete aquí que a mí no se me quitaron las ganas.
Este año, sin embargo, me han pillado a pie cambiado. No podría decir exactamente qué ha pasado, pero me he quedado un poco helada. Creo que en los últimos meses he ido acumulando más de una desilusión y el espumillón no ha servido para taparlas. También es verdad que el trabajo me ha restado mucho tiempo libre durante todo el año y eso se nota, sobre todo cuando te encantaría currártelo más, pero tu horario y el de las tiendas es incompatible.
Más allá de eso, es cierto que no estoy en mi mejor momento (teóricamente debería ser así, pero...). Me han pillado blandita. Triste. No ha habido comidas o cenas previas, ni cafés para ponerse al día, ni poinsetias... Por no haber no ha habido ni frío (ese cambio climático, un saludo). No voy a echar balones fuera: en parte, y gran parte, es culpa mía (bueno, lo del tiempo no, todavía). Y los Reyes, que son MI fiesta no pintan mejores. Esta vez no he podido ni organizarme para comprar los regalos, que es algo que disfruto tantísimo... Sobre todo, si conozco bien a las personas.
He decorado la casa, por supuesto. Y cada vez que miro mi rincón especial, que esta vez está en el salón, sonrío. Me encanta cómo ha quedado todo. También hubo cine el día de Año Nuevo. Con toda la familia. Nueve en el cine, desde los 67 a los 5 años, para ver... ¡tachan!... 'El despertar de la fuerza'. Me encantó todo (y eso que yo no soy fan de la saga), hasta que mi sobrino chico me atiborrase a gominolas en plena dieta. Es lo que hay.
Y también he subido Lunada. Ayer. Es una cita tradicional de esta casa: coger la bici y subirse el puerto, si no lo ha cerrado ya la nieve. Como la de correr en Navidad y Año Nuevo antes de comer. Hizo un día fantástico: con frío (porque en la cima había 3 grados a la una de la tarde), pero soleado. Y el paisaje estaba precioso: marrones, dorados, malvas... Te llenaba la vista y te hacía olvidar que estaba subiendo un puertarraco. Yo empecé en San Roque de Riomiera (imposible bajar más en la bici porque se me quedaban heladas las manos y dolía mucho), 14 kilómetros todos para mí. Y me sorprendió lo mucho que disfruté y las buenas sensaciones que tuve. De hecho, mejoré mi tiempo.
Así que ahora lo que toca es hacer la lista de TO DO, como todos los comienzos de año. Y sí, lo primero de mi lista lo voy a decir al final. Por vergüenza torera.
- Nadar. Este año sí o sí hay que aprender a nadar donde no haga pie y en el mar, a ser posible. Es uno de mis grandes miedos, pero habrá que enfrentarse a él. Eso sí, la piscina me da pereza máxima. ¡Ay! Me motivaré pensando en lo bien que me van a sentar los bañadores con la dieta (que dicho así parece que es draconiana y ni mucho menos, no se me asusten)
- Disfrutar. ¿Alguien me explica por qué soy incapaz de hacerlo? Pues eso. Y ser más positiva también molaría. Y cuidarme un poco más (y esto también tiene que ver con ponerse lo primero que una pilla en el armario).
- Mimar a quien me quiere.Sobre todo a una persona. Este año quiero hacer todas esas cosas que pienso que estarían guay y luego nunca materializo. Sin necesidad de fechas (que tampoco es lo nuestro, por cierto).
- Desempolvar la cámara. No es que no haga fotos, que las hago, pero quiero ponerme más ¿en serio? No sé, hacerlo más consciente y más natural, no obligada por las circunstancias. Esto es difícil porque es una afición que lleva tiempo. Ya veremos cómo me las apaño.
- Bajar de 1h45' la media maratón. En principio quiero lograrlo en mayo. Y si no se da, tengo siete meses más hasta diciembre. Este año he asentado el hábito de correr, me gusta. Me hace sentirme bien aunque todas las mañanas que salgo diga lo mismo: "¡Qué perecilla!".
- Los blogs... esos grandes olvidados vuelven a tener su espacio en esta lista. Hay que ser constantes. Sé que tengo cosas que contar y que puedo sacar algo de tiempo el fin de semana, así que... No hay excusas.
- Aprender a conducir (ver propósitos del año pasado).
Hay más, concretamente 2.009 propósitos, aunque quizá me alargue demasiado ¿no?