Algo se quema en la ciudad de la luz. París llora con el rostro empolvado en ceniza. No quiere mirarse al espejo, huye de su lado oscuro. Ella, la elegante y noble, no quiere ver más allá de sus puentes, del Sena, de su Montmartre y la torre Eiffel. No quiere desvelar que también hay un París sucio, de callejuelas estrechas y malolientes, con paredes cubiertas de humedad. La realidad es, a menudo, grotesca, con todo el encanto y la crueldad que ello esconde. Pero París juega a ser mentira, a creerse de cuento, a ignorar que hay fantasmas de los que nadie se puede zafar. Se niega a admitir el paso del tiempo y olvida que la madera de sus edificios se pudre al tiempo que el Pont d'Alma se cubre de flores por Lady Di.
4 comentarios:
¿Arde París?
Y se ahoga.
Mítica la estatua de Diana y Dodi. Al-Fayed es un hombre con gusto.
Y el piloto pirado que hace piruetas sobre su pueblo.
Publicar un comentario