07 agosto 2009

Cosiendo Francia y España

En vacaciones no me cuesta madrugar. Es curioso. Hoy estaba en pie a las ocho y media... Y tan feliz. Bueno, feliz hasta que abrí la ventana y me percaté de que el tiempo no iba a ser taaaan bueno como yo esperaba. Hoy lo previsto era enlazar puertos entre Navarra y Francia para luego llegar a Huesca. Y así fue... pese a la lluvia y la niebla.

Desde Arizkun hemos ido por Erratzu para subir el puerto de Izpegi (672 metros). La ascensión ha sido preciosa y larga, aunque tal y como hacía prever el cielo, nos cayó la nube encima. Realmente no nos llovió, pero la niebla estaba baja y hubo tramos donde no se veía el final de las curvas. Fue divertido: no sabías cuando ibas a parar de subir. Ni Michael Landon en ‘Autopista hacia el cielo’.

(Puerto de Izpegi./ Olympus Micra)

El descenso por la vertiente francesa nos deparaba mayores sorpresas: para empezar, estaba más despejado, lo que nos permitió disfrutar del paisaje. Las montañas se hacían bien visibles, rematadas en pico, como cuando las dibujamos siendo niños. Y los colores... tierras, arcillas, verdes intensos y amarillos. La combinación perfecta.

Eso sí, el asfalto era algo peor y no había que perder ojo de la carretera por si te encontrabas con tráfico extraño tal como vacas, caballos o cabras. Éstas últimas doy fe de que son, llamémoslas, tranquilas: se tumban en la carretera y esquívalas tú, que a ellas les da la risa. Al menos no haen como los perros, que se acercan a ladrar.

(Cabras en la carretera que desciende del Izpegi a Baigorri./ Olympus Micra)

Abajo ya queda el País Vasco francés, una zona preciosa donde no hay que perderse Saint-Etienne-de-Baïgorry y, sobre todo, Saint-Jeann-Pied-de-Port. En esta última localidad están en fiestas hasta el domingo (y vuelven a estarlo a partir del 15), así que de aparcar ni hablamos (suerte que nosotros en un paseo podemos volver).

(Fachada de Baigorri./ Olympus Micra)

No hay que perderse el caso viejo y un puente desde donde se ve (gracias, Wikipedia) el río, Nive, encajado entre los edificios de piedra y sorteado por otro puente más antiguo, de estilo medieval. Es una vista muy parecida a la que se obtiene desde otra calle de Durango, en Vizcaya. Ah, y hay un Lidl, por si algún motero no encuentra excusa para hacerse un paseíto hasta esta zona...

Desde ahí, la idea era acercarnos a Navarra por Larreau. En medio queda el bosque de Irati. Y poco puedo decir de él, porque la niebla y la lluvia no permitían ver el paisaje. Sí aseguro que el paseo por el Col d´Haltza (782 metros), el de Berdincurutcheta (1135 metros) , el Les Chalets d'Iraty (1284 metros) y el Bagargui (1327 metros) merecen la pena: van todos seguiditos sin descensos prolongados (si es que llega a haberlos).

Entre los dos de en medio hay un lago precioso y ya subiendo a Les Chalets hay otro más pequeño y una zona de acampada que con buen tiempo tiene que ser una delicia. De esta zona no habrá fotos, no me fío de que la cámara que llevo al cuello sea todo lo 'waterproof' que dice... El último paso es el que ya baja a Larreau, donde se enlaza una nueva subida hasta el Col de Erroymendi (1362 metros) y el puerto de Larreau (1573 metros).

El último trayecto se me hizo un poco largo por la niebla. Apenas veía nada a los lados y delante había zonas donde no había visibilidad más allá de los 200 metros. Creo que aún así el paisaje era muy bonito, pero sólo puedo hablar de lo que supongo después de bajar hacia el valle del Roncal. Qué amplitud de valles y qué primorosos bosques de pino. El tiempo mejoró tanto que hasta sobraba alguna prenda que otra, y no hay nada como un poquito de sol para olvidarse de las manos mojadas (guantes de verano, querido Watson).

(Una calle de Isaba, con el camión-supermercado./ Olympus Micra)

El trayecto hasta el pueblo de Roncal es bello y rápido, la NA 140 y la NA 137 están perfectas, salvo alguna travesía estrecha por las casas. Nosotros paramos en Isaba para comer, otra joyita de pueblo, pero casi sin darte cuenta cruzas la frontera entre Navarra y Aragón, y te plantas en Jacetania. De esta zona hablaré con más detalle, porque merece la pena. La carretera (A 137) pespuntea un desfiladero precioso que se abre a una llanura de un amarillo intenso.



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A partir de Burgui, cogimos la N-240 en el extremo más oriental del Mar de Aragón y nos plantamos primero en Jaca, luego en Sabiñánigo y en dos minutos en Senegüé, donde hoy descasamos en el Hotel Casbas, un dos estrellas muy práctico y acogedor. Hoy la cerveza con limón estaba más que ganada. Por cierto, del pueblo, Senegüé, hablaré más adelante, porque el paseo por él antes de la cena ha sido muy grato y productivo.

(Una casa en Senegüé./ Canon EOS 400 D)

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