30 octubre 2010

Compañero

Hoy hace cien años que nació uno de mis poetas favoritos. Miguel Hernández. Lo conocí como muchos en la escuela. Y desde entonces me siguen sus versos como lo hace mi sombra.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

La primera vez que leí esta estrofa se me clavó en el alma. Y ahí sigue, erizándome el vello cada vez que la recuerdo. Expresa tan descarnadamente bien un sentimiento tan atroz... Pero no son las únicas palabras del de Orihuela que tengo subrayadas.

Cada vez que paso
bajo tu ventana,
me azota el aroma
que aún flota en tu casa.
Cada vez que paso
junto al cementerio
me arrastra la fuerza
que aún sopla en tus huesos.

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Todas las casas son ojos 

que resplandecen y acechan.


Todas las casas son bocas
que escupen, muerden y besan.

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En la casa falta un cuerpo.
que en la tierra se desborda.

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Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.

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El otoño, un sabor
que separa las cosas,
las aleja y arrastra.



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