04 junio 2011

Rumbo a Noruega III

Anoche no pude escribir porque estaba fundida y lo primordial era buscar el hotel para hoy. Fue un día curioso. No malo, en absoluto, pero sí repleto de 'aventuras'. Empezamos pronto. Nos levantamos a las siete y media (creo), desayunamos, unas fotitos de rigor en el hotel y a levantar el campamento. Tocaba ir de Munich a Puttgarden para coger un ferry hacia Dinamarca, y luego cruzar a Malmö por el 'superpuente' de Öresund. Se trata de una megaestructura que salva 18 kilometros y por la que circulan coches y trenes. Es espectacular porque en la parte danesa empieza como un túnel subacuático para dejar pasar a los barcos y luego se circula en superficie por un puente atirantado sobre el mar.

Nuestra parada final estaba a 16 kilómetros de Malmö, en Lund, una bonita ciudad universitaria de las que recomiendan no perderse. Lo teníamos bien calculado para llegar a media tarde, descansar y pasear. Además, habíamos cogido una habitación - estudio en un aparthotel céntrico. Sin embargo, al final acabamos llegando a las diez de la noche, que en estos países es como la una de la madrugada, y usando la recepción telemática. ¿Por qué? Cosas del directo.

De Munich a Puttgarden la autopista tenía algunos tramos en obras. Estaba todo muy organizado, pero en esas zonas el tráfico era denso y más lento, claro. Aunque se compensaba porque por la parte libre, pues eso, pasaban los alemanes a 150 tranquilamente, y si te ponías en el carril del centro e ibas más despacio, hacías trenecito. Nos encontramos un par de atascos: uno cerca de Bremen por las obras, que fuimos sorteando gracias a ir en moto y a que los alemanes te dejan paso sin problema.

El otro fue cerca de Hamburgo por un accidente (sin consecuencias, sólo chapa) pero en un tramo en obras. Este sí que era un señor atasco, también lo sorteamos, pero con calma, muucha calma. Luego, paramos a comprar pan para comer... ejem, panecillos, porque no había baguettes y acto seguido nos fuimos a un área de descanso de la autopista de esas con árbolitos encantadora para pasar un rato, aunque mejor a la sombra porque el buen tiempo nos acompaña.

Reiniciamos la marcha y llegamos a Puttgarden sin problemas. Y aquí tuvimos una SUERTE impresionante. Llegamos a las cabinas del ferry diez minutos antes de que éste saliera. El hombre que nos atendió fue muy amable y nos vendió el billete para pasar a la parte danesa, Rodby. Que también servía para el ferry de Helsingor a Helsinborg... No teníamos muy claro este tramo porque nosotros pensábamos pasar de Copenhague a Malmö. Sin embargo, como habíamos dicho que nuestro destino final era Suecia el hombre pensó (o a lo mejor se lo dijimos nosotros) que cruzaríamos también en barco. En total eran 62 euros.

Subimos al ferry los penúltimos, atamos la moto  y subimos a cubierta para hacer fotos y ver la perspectiva. La experiencia fue bonita, supongo que por exótica para mí. Aunque hubo algo que llamó mi atención:  el barco estaba lleno de coches con remolques hasta los topes de cerveza. ¿Señal de que en Escandinavia el alcohol es caro? Aquello parecía la Andorra de la bebida. Desembarcamos con fluidez y pusimos rumbo a la capital danesa por una autopista con tráfico, pero sin agobios.

Ferry de Puttgarden a Rodby
Ferry entre Puttgarden (Alemania) y Rodby (Dinamarca)
Todo iba sobre ruedas hasta que llegamos a Copenhague.O más bien a la altura del aeropuerto. Cuando íbamos a seguir en dirección al puente de Öresund, la policía obligaba a desviarse al aeropuerto. En principio pensamos que era una ruta alternativa, pero no. Cuando el atasco empezaba a coger dimensiones y la gente salía calmada y con paciencia de su coche, un taxista nos explicó el misterio: el puente estaba cerrado por el viento. Debe ser algo común cuando el tiempo no es el adecuado, así que una vez que mejoran las condiciones mejoran, vuelven a abrirlo. Todos los 'atascados', por tanto, estaban esperando a que se volviera a abrir, pese a que 'nobody knows' cuando iba a pasar. Tampoco se les veía preocupados...

Ante esto, el taxista nos recomendó ir por Helsingor en ferry, si teníamos 'prisa'. Eso suponía 40 kilómetros por autopista hacia el norte. Y fue lo que hicimos. Llegamos preocupados por si en el hotel cerraba, cogimos el ferry (con el ticket ya pagado: gracias, señor del ferry de Puttgarden). Y cruzamos. Anécdota incluida porque estábamos los primeros y aquello parecía la salida de un gran premio de Fórmula 1, y porque al abrirse la compuerta del barco, un pez cayó del cielo... Y casi nos acierta.

Volvimos a la autopista en dirección Malmö después de comprobar lo bonito que es Helsinborg y nos plantamos a las diez en el hotel, que estaba cerrado, pero con un teléfonillo para abrirnos y gestionar el tema de la llave del apartamento. Nos la habían dejado la en una consigna. Entramos sin problema en un ático precioso y todo de Ikea (como no podía ser de otro modo), cenamos unos calamares en su tinta hechos por el señor Calvo y algunos piscolabis más (el tema comida merece capítulo aparte) y buscamos el sitio desde el que estoy retocando estas líneas escritas a las seis de la mañana porque en Lund, a esas horas ya entra un sol por las claraboyas como si en España fueran las doce del mediodía.

Camino de Lund al 'atardonochecer'
De Malmö a Lund al 'atardonochecer'

Nota mental: Mr Jones, de Counting Crows

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